Diario de Franz Kafka.


Empujado por la novela de Klíma, Amor y basura, he comenzado a leer los diarios de Kafka. Apenas voy en las primeras páginas, datadas del año 1910 (¡cien años hace que fueron escritas!) y me sorprenden dos aspectos reiterativos: la poca confianza de K. frente a sí mismo como escritor y el vaivén continuo de sus estados de ánimo.



Aquí algunas citas, acompañadas de un par de dibujos hechos por él mismo (Sí. K dibujaba y lo hacía con gracia):


“Al fin, tras cinco meses de mi vida en los que no pude escribir nada que me dejase satisfecho (...) me viene la ocurrencia de hablar una vez más conmigo mismo. Seguía siempre dando una respuesta, cuando realmente me preguntaba algo, seguía existiendo siempre algo que arrancar de mí, de ese montón de paja que soy desde hace cinco meses y cuyo destino parece ser encenderse en verano y arder antes de que el espectador pestañee. (...) Mi estado no es la desdicha, pero tampoco es dicha, ni indiferencia, ni debilidad, ni agotamiento, ni cualquier otro interés, ¿qué es entonces? El hecho de que no lo sepa se relaciona sin duda con mi incapacidad de escribir.


“Domingo, 19 de julio de 1910, dormir, despertar, dormir, despertar, perra vida.”



“15 de noviembre, las diez de la noche. No dejaré que me domine el cansancio. Me lanzaré de un salto a mi narración corta, aunque me despedace la cara.”


“15 de diciembre (...). Casi ninguna de las palabras que escribo armoniza con la otra, oigo restregarse entre sí las consonantes con un ruido de hojalata, y las vocales unen a ellas su canto como negros de barraca de feria. Mis dudas se levantan en círculo alrededor de cada palabra, las veo antes que la palabra, pero, ¡qué digo!, la palabra no la veo en absoluto (...). Cuando me pongo ante mi escritorio, no me siento más a gusto que uno que cae en pleno tráfico de la Place de l’Opéra y se rompe las dos piernas.”


“16 de diciembre. No volveré abandonar este diario. Debo mantenerme aferrado a él, porque no puedo aferrarme a otra cosa. Me gustaría explicar el sentimiento de felicidad que, de vez en cuando, siento en mi interior, como ahora, precisamente. Es en verdad algo efervescente, que me llena de todo con un ligero y agradable estremecimiento y me convence de que tengo unas aptitudes de cuya inexistencia puedo convencerme en cualquier instante, también ahora, con toda seguridad.”
“17 de diciembre. (...) El hecho de que haya desechado y tachado tantas cosas, casi todas las que he escrito durante este año, también ahora supone en gran medida un obstáculo para mi actividad de escritor. Es efectivamente una montaña cinco veces más grande que todo lo que había escrito anteriormente, y por su volumen, se me lleva de debajo de la pluma todo lo que escribo, arrastrándolo hacia sí.


“18 de diciembre. (...) Noche, las once y media. El hecho de que, en tanto no me haya liberado de mi oficina, estoy sencillamente perdido, me resulta de lo más claro; de ahí que se trate tan sólo, mientras ello sea posible, de mantener la cabeza lo bastante alta para no ahogarme. (...)”


“2 de diciembre (...). Yo, decaído como antes y como siempre. La sensación de estar atado, y al mismo tiempo la otra, la de que, si me desatara, sería peor aún.”


“25 de diciembre (...) Mísero, mísero y no obstante bien intencionado. Ya es medianoche, pero, como he dormido lo suficiente, esto es tan sólo una excusa, puesto que de día tampoco he escrito nada. La bombilla encendida, la casa silenciosa, la oscuridad del exterior, los últimos momentos de vigilia, todo ello me da derecho a escribir aunque sea las cosas más deplorables. Y me apresuro a usar ese derecho. Así soy yo.


“27 de diciembre. Mi fuerza no da ya para una frase más. Sí, si se tratara de palabras, si bastase colocar una palabra y pudiera uno apartarse con la tranquila conciencia de haberla llenado totalmente de uno mismo.


“28 de diciembre. Cuando me he comportado humanamente unas horas, como hoy en casa de Max y después en casa de Baum, me siento ya orgulloso al ir a acostarme.”










Comentarios

  1. ¿También hay un sentido estético en el diario? ¿Se escribe el diario para que alguien lo lea, como parte de su obra, o para que uno mismo se lea? Es en general, no sólo con Kafka, quien escribe un diario, en el fondo, está pensando en algún lector también...O de pronto se escribe un diario para que no se le olvide quien fue uno, ese otro que tal vez ya no es. Son bien interesantes los diarios...

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  2. Gracias por el comentario, Ricardo. Creo que todas las posibilidades que diste aplican. Kafka siempre quiso ser leído –aunque fuera un deseo conflictivo– y no pienso que el diario escapara a sus fantasías de llegar a ser un autor reconocido. Pero quizá sería más justo pensar que la motivación dependía del estado de ánimo en los momentos en los que escribía, pues mientas que hay varias entradas en las que habla de su diario como medio para encontrarse a sí mismo, hay otras en las que su intención es distinta. Por ejemplo hay páginas que parecen mostrar que el diario era asumido como un espacio de taller, de aproximación a historias que quería contar. En este tipo de anotaciones bosquejaba diálogos ficticios y narraba situaciones ajenas. Incluso, algunas veces repetía lo ya contado, pero desarrollando variaciones.
    A mí también me parecen valiosos los diarios. De hecho asumo la humilde escritura de este blog como mi diario soterrado.

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