Apuntes sobre "Todos los hermosos caballos"



En la literatura de Cormac McCarthy hay peculiaridades que hacen de sus novelas textos adictivos. Los diálogos cortos y simples, al tiempo que poderosos; los paisajes yermos (desiertos o carreteras); los héroes silenciosos, sigilosos, que al actuar parecen estatuas de repente venidas a la vida, insufladas de un vigor casi animal; los antagonistas enormes que alcanzan proporciones quizá totémicas, quizá míticas... sobrehumanos, en cualquier caso. Pero por sobretodo está su prosa que podríamos llamar de extremos, de vaivén, pendular. El narrador tipo de McCarthy (pues no es un escritor de múltiples narradores) es complejo y difícil de encasillar, pues en ciertos momentos su estilo se desmiente a sí mismo, exhibe primero unos rasgos y luego otros que podrían ser opuestos.

Dos ejemplos extraídos de Todos los hermosos caballos, la primera novela de la Trilogía de la frontera.

1. "Los vaqueros ya estaban en la mesa y ellos cogieron platos, se sirvieron ante los fogones, llenaron sus tazas de café, fueron a la mesa, levantaron una pierna por encima del banco y se sentaron."

2. "Extendieron sus sacos, él se quitó las botas y se acostó bajo las mantas. El fuego ya no era más que un rescoldo y yació mirando las estrellas en sus lugares y el caliente cinturón de materia que recorría la cuerda de la oscura bóveda celeste y puso las manos en el suelo a ambos lados de su cuerpo y las apretó contra la tierra y en aquel dosel de negrura ardiente y fría se convirtió lentamente en centro absoluto del mundo, todo él tenso y tembloroso y moviéndose, enorme y vivo, bajo sus manos."

El del primer ejemplo es un narrador que describe lo micro, con tanto detalle que puede pecar de falta de economía —una de esas camisas de fuerza que el canon impone a los escritores—. Es, además, un narrador que marca tiempos al lector de manera explícita, que no le permite el menor asomo de duda en cuanto a la manera que el texto debe ser leído.

Pero en otros momentos, como en el segundo ejemplo, es un narrador completamente distinto. Un narrador que entrega un texto cuyas pausas son definidas por el ritmo de la lectura, que traslada al lector la tarea de aplicar comas invisibles en el lugar que corresponden para lograr agarrar el sentido de la situación. El trabajo de quien lee el libro aquí se hace arduo y debe a menudo detenerse y reandar frases enteras para entender quién es el sujeto en determinada oración.

En Todos los hermosos caballos pululan ejemplos de los dos tipos. Allí el carácter pendular al que me refiero. También hay algo de ello en cuanto al peso de los pasajes en que al narrador le gusta detenerse. En algunas ocasiones nos muestra el peso ontológico de las situaciones, como en el segundo ejemplo de descripción que he dado, en otras se va a lo más anodino, a lo cotidiano, al detalle minúsculo que en apariencia carece de significado.

Una última consideración sobre estos dos ejemplos: Hay algo de anti-literario en el modo en que las dos descripciones son hechas: en la primera se explaya el narrador en detalles irrelevantes como que los personajes "cogieron los platos" o "levantaron la pierna sobre el banco", lo cual puede incluso llegar a parecer torpe, una descripción casi infantil, propia de un escritor poco hábil. En el segundo ejemplo es difícil entender a la primera lectura quién "yació", si el protagonista o el fuego, y quién tiembla bajo las manos del protagonista, si él mismo o la tierra. Al respecto, en lugar de pensar en falta de pericia, prefiero pensar en libertad creativa, en la ruptura de los moldes prefabricados en los cuales tiende a vertirse la palabra escrita para que pueda ser digerida con mayor facilidad, sin tener que volver sobre el párrafo ya leído porque el tiempo apremia y hay que leer lo que más se pueda, bien o mal, entendiendo o no, pensando o no. Schopenhauer en La lectura y los libros dice que el problema es permitir que el pensamiento propio se anule al leer, que reemplacemos nuestro pensamiento por las ideas de los autores mientras los leemos. McCarthy es uno de esos autores que nos hacen la pereza más difícil.



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