Las pequeñas vidas, el palacio y los árboles de Philip Larkin

Tres poemas cortos de Philip Larkin (1922-1985). Los dos primeros traducidos por Brian J. Mallet, el tercero por el autor de este blog. 




Larkin es un poeta que acostumbró a mirar en dos direcciones: hacia su ombligo y hacia la naturaleza. Estos textos son ejemplos de ello, así como de la sencillez de su lenguaje.


Las pequeñas vidas de tierra y forma

Las pequeñas vidas de tierra y forma, 
De buscar comida y mantenerse caliente,
   No son como las nuestras, aunque
Un parentesco subsiste:
Anhelamos la rudeza sencilla
   De la guarida, del escondrijo, de la madriguera.

Y esta identidad, pensamos,
–Tal vez no es así, tal vez no es real–
   Nos unirá constantemente;
Veo la roca, la arcilla, la greda,
El pasto aplanado, el tallo que se mece,
   Y eres tú a quien veo.


El palacio de invierno

La mayoría de la gente sabe más con los años:
Me mantengo al margen de todo esto.

Pasé mi segundo cuarto de siglo
Perdiendo lo que había aprendido en la universidad

Y negándome a registrar lo que había pasado después.
Ahora no sé nada de los nombres que se publican,

Y comienzo a ofender cuando se me olvidan los rostros
Y juro nunca haber estado en ciertos lugares.

Valdrá la pena si finalmente logro
Borrar lo que está haciendo daño.

Entonces no habrá nada que yo no sepa.
Mi mente se plegará sobre sí misma, como los campos, como    la nieve.


Los árboles

Los árboles vuelven a retoñar
Como algo a punto de ser dicho;
Los cogollos recientes se aflojan y se extienden,
Su verdor es una especie de pena.

¿Es que ellos vuelven a nacer
Y nosotros envejecemos? No, ellos también mueren
Su truco anual de lucir nuevos
Está escrito en anillos de fibra.

Aún así, los castillos que no descansan se estremecen
En exuberante espesor cada mayo.
El año pasado ha muerto, parecen decir,
de nuevo, de nuevo, de nuevo.


De mano en mano

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