Mi libro de los placeres

         Pero el nacimiento del placer dolía tanto en el pecho que, a veces, Lori prefería sentir el acostumbrado dolor al insólito placer

Hace un par de días terminé de leer Aprendizaje o El libro de los placeres y aún sigo aturdido, tratando de "entender" algo que, en el fondo, sé que no debe ser entendido.

     La noche (¿Qué mejor hora?) que llegué al final del texto volví, casi de inmediato, a las primeras páginas buscando que entonces su lectura me ofreciera una sensación distinta a la que tuve cuando empecé el libro, esa sensación de estar en arenas movedizas, sin mayor cosa a la que aferrarse, experimentando un paulatino hundimiento en la palabra y respirando desconcierto. Y es que esos primeros fragmentos de  Aprendizaje tienen una ambigüedad extraña: cada frase tiene un significado claro, pero el sentido general de su sumatoria se escapa. En gran parte esto sucede porque al comenzar in media res la novela nos niega el contexto de lo que está siendo narrado. Arenas movedizas y el lector que las recorre lleva los ojos vendados. Por eso, al terminarla, al conocer ya el contexto (la historia de amor de Lori (Ah, Lori, la sirena) y Ulises (Ah, Ulises, el navegante), pensé que el desconcierto de las primeras páginas tendría que desaparecer. Pero no hubo tal. Las arenas no se transformaron en asfalto. Nunca lo harán pues el embotamiento que produce la literatura de Lispector no se debe al desconocimiento del sentido, sino a su particular manejo del lenguaje, a la extraña construcción de sus frases, al flujo embotador de sus palabras. El lector que ame esta novela habrá de ser un lector hedonista que, seguramente, ame también la embriaguez del alcohol, el adormecimiento de la intelectualidad, la exacerbación de la sensorialidad en la piel.

     Reviso los apuntes que hice aquella noche sobre la novela y me pregunto de qué sirven. Se asemejan a la Frenología, aquella teoría que planteaba posible el reconocimiento del carácter y de la mentalidad de una persona mediante el estudio de las formas de su cráneo y de su cerebro. Así, busqué elementos de la novela y traté de armar con ellos un sentido, un transfondo intelectual que es, al fin de cuentas, lo que menos importa de Aprendizaje. El verdadero significado del texto de la Lispector está en su experiencia, en su lectura, en su ingesta. Beberlo y dejar que opere, como el alcohol en la sangre, como el amor en la cotidianidad. Entregarse al aturdimiento, a las fases de éxtasis y de nostalgia, de gozo y tristeza.

     Cuando este blog comenzó tenia la intensión de ser un documento que yo escribía para mi yo futuro. Un inventario de mi vida en los libros, el álbum fotográfico de mi vida interior que sería revisado dentro de unos años, cuando quisiera recordar cómo era. Pero ha resultado algo más: un espacio en el que vienen a visitarme, de vez en vez, amigos que adoro y que dejan un comentario, o me envían un mail, o me invitan a un café para decirme que me han leído. Ponerme íntimo aquí, entonces, me cuesta un poco de trabajo, me preocupa aburrirlos. Sin embargo hoy no puedo evitarlo. Tengo que recordarle al Fabio futuro lo que fue Aprendizaje en la última semana. Es cierto que todo libro que a uno lo toca, lo toca porque, de alguna manera, uno siente que habla de uno, que los personajes viven y/o sienten y/o piensan lo que uno piensa-vive-siente, o que podría llegar a pensar-vivir-sentir; sin embargo nunca un libro se había entreverado tan profundamente con mi presente, con mi yo de hoy, con mis días de hoy. Aprendizaje fue el culmen de un estado interno que comenzó a fraguarse hace unos cuantos meses y que en los últimos dos se reveló con una intensidad de piedra. Un estado de comunión entre mi vida y la palabra leída. Szymborska, Beckett, Ibsen y Lispector escribieron hace varios años gran parte de la vida de estos últimos meses. Esa noche no sólo llegó a su fin el libro de Clarice, también terminó ese estado al que hago referencia. Aprendizaje fue el culmen y el punto final. Ahora me siento huérfano. Y solitario. Vuelvo a ser presa de un porvenir que nadie ha escrito para mí.

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     Estos son mis irrelevantes apuntes sobre Aprendizaje:

Abril 14 de 2014.

Aprendizaje o El libro de los placeres es un texto mitológico sobre la creación de un mundo nuevo que florece en un Yo cuando este Yo deja de ser individual y se hace Uno con el universo. Cuando el Yo se esparza en el universo y el universo en el Yo, Lori y Ulises, ensiamesados, rebasarán al Hombre y se transformarán en aquello humano que es a la vez divino. La arcilla de este nuevo ser será la piel, y el soplo divino que le dará vida, el placer. En el comienzo del libro se plantea la palabra Yo como sustituto del nombre de Lori, luego se describe una escena en principio críptica, pero que a la luz del carácter mitológico de la novela, resulta no ser otra cosa que la descripción de un parto: "entonces del vientre mismo, como un remoto estremecerse de la tierra, que difícilmente podía considerarse señal de terremoto, del útero, del corazón contraído, vino el temblor gigantesco de un fuerte dolor conmovido, del cuerpo, todo el estremecimiento (...) vino finalmente el gran llanto seco, llanto mudo sin sonido alguno hasta para ella misma (...) finalmente reventados vasos y venas"

APRENDIZAJE

El aprendizaje es un proceso que inicia con la ignorancia de algo y culmina con su conocimiento. Es un proceso, así, de transformación. No sé si sea cierto aquello de que toda novela narra el proceso de transformación de un héroe; lo que sé es que en esta novela Clarice Lispector narra, ambiciosamente, la transformación de humano a supra-humano, de mujer a constelación. Tres elementos embellecen el modo en que dicha transformación se cuenta: Primero la consciencia de Lori en la transformación, a pesar de no saber exactamente en qué se transformará –El ser que se sabe materia prima de algo que no alcanza a vislumbrar como producto terminado–. Segundo la gradual apertura de Lori al mundo, el descubrimiento de que todo es fuente de placer –suerte de panteísmo terrenal al que hace referencia el segundo título de la novela–. Y por último, la falsa culminación de la transformación, antes de que se haga evidente la culminación real –Tras beber del placer del mundo, Lori se independiza de Ulises, trasciende la relación discípulo-maestro y siente que la urgencia del deseo, no del amor, se aplaca en ella. El lector cree que esa es la culminación del proceso de transformación de Lori, ella misma, quizá, lo cree así; sin embargo aún falta algo, pues hasta ese momento Lori se ha convertido en ser, en mujer del mundo, en humano mundano; mas lo que falta es su evolución a un ser que media entre lo terreno y lo divino. El puente que la llevará allí es la unidad con Ulises. El coito los lleva a cada uno a dejarse atrás y convertirse en Padre y Madre, en Tierra que pare, en Nada y Palabra creadora. Gracias al placer se transmutan en un nuevo ser, unificado con el universo. (Lori): Solamente ahora me llamo "Yo". Y digo: Yo está enamorada de tu Yo. Entonces nosotros es. Ulises, nosotros es original. Un abandono corporal propio del que describe la poesía extática.


EL LIBRO DE LOS PLACERES

En la novela de Lispector la existencia es entendida como una mina de placer (Aquí debe entenderse placer como algo que no siempre es "bienestar", sino como algo inherente al existir). No importa dónde se entierre la pica, siempre se extrae placer. Placer en la fruta, en los otros, en la muerte y en la vida (repetidamente adjetivadas como idénticas en la novela) y, por sobre todo, el placer total del Yo. En un momento Lori se pregunta ¿Quién soy yo?, y entonces hace una lista que quizá le ayude a encontrar la respuesta. Comer, mirar, tener, esperar, entrar, son algunos de los verbos con los que comienzan los ítems de esa lista. Lori es acción y en esta novela acción y placer están íntimamente ligados. Comer-mirar la fruta, entrar al mar, hacer café. El centro del Libro de los placeres es esta lista. Lori es acción. Lori es placer.

En el coito Lori y Ulises se sorprenden al hallar un placer aún mayor, el de lograr ser uno con el mundo y uno distinto al mundo de manera simultánea. Ser el mundo y no serlo es un evento que, por contradictorio, no puede ser entendido. La razón humana no es la herramienta adecuada para acercarse a él. 

Dirá Ulises: Somos dioses en potencia. No hablo de dioses divinos

Y dirá Lori: Será el mundo con su impersonalidad soberbia contra mi individualidad como persona pero seremos uno solo.
 




Comentarios

  1. Me encanta la aproximación que haces a Aprendizaje o El libro de los placeres. Casualmente escribí un post el mismo día, profunda coincidencia que me recuerda a Lori y a Ulises de nuevo.

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